Una de televisión
Ya sé que pensar en eso es utópico y políticamente incorrecto, pero cuál sería mi postura ante un gobierno en México que decidiera retirar la concesión a Televisa y a Azteca (dentro de sus facultades constitucionales) y volver a abrir algo semejante a Imevisión. Yo estaría francamente a favor del gobierno y daría infinitas gracias por la oportunidad de acabar con esas fuentes de estulticia, con esas deformadoras de identidad, con esas fábricas de mentiras sociales, con esos emporios económicos basados en la manipulación. Digo, a propósito del retiro de la concesión a la cadena privada de Venezuela que tanto revuelo ha causado y de la que en nombre de la libertad de expresión tantas cacayacas le han echado a Chávez.
Es facultad del gobierno que nos representa a todos con nuestra aprobación colectiva, otorgar el uso del espacio en que viajan las ondas -que es de todos, no del gobierno ni de los concesionarios, que es el mismo en que respiramos y nos movemos todos, y en el que no podemos influir individualmente sin el equipamiento necesario-, para emitir a través del radio y la televisión mensajes de entretenimiento, informativos, identitarios o conductuales. La gente debiera poder exigirle al gobierno que controle lo que los concesionarios hacen con ese descomunal poder que ingresa a la casa y a la vida privada de todos los que somos la gente de cada país.
Sé que se trata de un asunto delicado, que el planteamiento de la libertad de expresión tiene miga como para sacudir profundamente todas las formas de pensamiento y que la discusión puede ser larga y dolorosa pero viene a cuento por lo de Venezuela y porque en México no acaba de dirimirse el asunto de la llamada "ley Televisa", y si de algo sirve mi granito de arena...
Sí, es cierto, este es un blog de poeta, pero puedo decir que todas las cosas que tienen que ver con la especie humana y su relación con las demás especies y con el universo, son asunto primordial de la poesía.
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