Jornada de reflexión
La primera vez que fui a Aguascalientes, hace unos cincuenta años, me quedé asombrado de una manera de vocear muy peculiar. Había dos periódicos, el Heraldo y el Sol y los chiquillos que los vendían, todos, iban gritando sus nombres en ese orden, ¡el Heraldo, el So-llllllllllll! Alargaban la consonante final, la ele, sin vocal, como si fuera una sílaba distinta: la boca abierta, la lengua abombada por dentro y con la orilla pegada al paladar arriba de los dientes y una fuerte emisión de aire que expandía las ondas sonoras. La ele solita traspasaba el espacio de las calles y entraba por puertas y ventanas. Lo he comentado en la propia Aguascalientes pero nadie parece recordarlo. Quizás sea uno de esos recuerdos inventados a que tan afecta es la memoria, mía y de los demás, pero si hubiera un tribunal como el del dicho (que alguna vez tuvo que haber existido), yo metería la mano al fuego para garantizar que es cierto.
Hoy ya no hay campaña (pero sí hay sol-lllllll); hoy es jornada de reflexión y mañana se vota. Se dijeron horrores, los dos partidos principales se atacaron hasta donde pudieron, pero mañana se quedan calladitos mientras los electores piensan a quién le darán su voto. Dos semanas. Dos semanas duró la campaña y todos los medios estuvieron al pendiente y les dieron cobertura amplia. En la televisión, en la radio y en todos los periódicos hubo secciones diarias dedicadas al tema, pero no hubo anuncios pagados en ningún medio, o al menos no de manera visible. Y en las principales avenidas hubo carteles en todos los postes que mañana serán sustituidos por lo que regularmente tienen: información cultural y eventualmente de modas o de exposiciones de productos o de visitas oficiales de mandatarios extranjeros. O sea que no cambiará gran cosa el paisaje porque las campañas no fueron más allá de lo que suele haber. Los autobuses anunciarán estrenos de cine o de teatro o exposiciones en los museos, como de costumbre, en lugar de las caras de los candidatos. Y no se habrán gastado cientos o miles de millones ni habrán atosigado a la sociedad ni habrá que recoger toneladas de plástico y papel de desecho.
Hubo tiempo más que suficiente para saber quién es quién y por dónde van sus intenciones. Los grandes partidos, particularmente el PP, en la oposición, aprovecharon para llevar agua al molino de las elecciones generales del año próximo, cuando se elegirá jefe de gobierno. Acá no está prohibido que el presidente del gobierno participe en los mítines de campaña porque lo hace como cabeza de su partido y la sociedad vigila celosísimamente que no utilice su puesto, más allá de lo moral, para apoyar a sus correligionarios. O sea, unas campañas de pantalones largos, de gente seria, de adultos. Y aun así hubo tiempo de sobra para desengañarse.
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