Como chinampina
Ya me autorizaron. La presentación va a ser en Madrid, en el Instituto Cervantes, de la calle Alcalá, el martes 12 de junio, luego les digo la hora. La editorial es Calamus, de Oaxaca, una iniciativa de Francisco Toledo con apoyo del INBA, que da continuidad a las antiguas Ediciones Toledo. Se presentan en esta ocasión libros de cuatro autores, dos y dos: Antonio Gamoneda, Francisco Hernández, José Miguel Ullán y este galapaguito. Los que viven en Madrid vayan reservando esa tarde para acompañarnos; los que no, procuren ponernos en sus meditaciones de ese día.
Hoy desperté como una chinampina (como no está en el Diccionario RAE y sé que no se entiende fuera de México, la aclaro: serpentina de papel con pequeñas ampollas de pólvora que por percusión hacen breves estallidos en las pistolas de juguete), pensé que no me alcanzarían todas las páginas blancas que se han hecho en el mundo para contar las revoluciones de mis sueños. Sudaba; estaba empapado. Había un tiradero, por más que yo procuraba el orden con denuedo, quería que el sueño durara de principio a fin y pudiera cumplirse su existencia cabal, al lado de todas las cosas que le corresponden. Y que en ello privara un orden, una continuidad. Pero el concepto me lo revolcaban los hechos: contaminación por calor y piyama empapada, dispersión de propósitos, antecedentes errados, comezón. Me incorporé pensando que era el momento de emprender la tarea; vi el reloj; tomé unos tragos de agua y volví a acomodarme en mi pobre y sufrida almohada que estaba, la inocente, tan desconcertada como yo. Torné a engancharme con el tema del orden. ¿Pero cómo puede Milagros dormir tranquila y estar seca sólo porque sabe que hay una secuencia, una manera para soñar, y que este tiradero que a mí se me hace en derredor no sea más que falta de disciplina para hacerlo? He de poder. Tengo que poder. Acabé fracasando, poco a poco rendí la plaza que ya estaba más que tomada por el enemigo; no me quedó más remedio que reconocer al día como nueva autoridad.
Lo bueno es que una cierta naturalidad se va recuperando. Allí está el mundo, como siempre. Y uno se pregunta ¿por qué no hay montones de películas rusas en el mercado europeo y mundial, cuando los rusos saben hacer tan extraordinario cine y siguen siendo una potencia aunque hayan dejado de serlo en materia ideológica? ¿No sería natural que empezáramos a ver obras de intriga en las altas jerarquías del comunismo?, ¿visiones nuevas de la historia rusa de siglos pasados?, ¿aventuras cósmicas en las que una renovada visión humanista desplaza el utilitarismo de la guerra de las galaxias? ¿Pues qué pasó? ¿No tienen ustedes la sensación de que nos quedamos esperando, de que después de la caída del muro de Berlín nos imaginamos (¿o es que eso nos habían vendido?) un renacimiento cultural y humano de Rusia? ¿Será tan macabra la historia de lo que está pasando allí como el patético ingreso de Irak a las bondades de la democracia? ¿Tendrá esto que ver con la angustia y el desorden de mis acalorados sueños? Busco en los periódicos la información del encuentro de ayer entre Condolezza y Putin, tratando de intuir algo, pero sólo hay más confusión: ¿Lo único que le importa ya al mundo es el escudo antimisiles para la defensa de Estados Unidos? ¡Auxilio! ¡Escuchad a los poetas!
3 comentarios:
Alejandro:
Cuando tengas toda la información completa no dejes de enviármela para que la ponga tanto en la Agenda de actividades de los mexicanos en España como en el Foro de www.mexicanosenespana.com asi como también en mi blog personal:
Me encantará ayudar a difundir el evento.
¡Bueno!... que desordenadito amaneciste… ¡y que preguntón!
Vaya una a saber las entretelas de los “desgobernantes”…
¿Has oído hablar de la teoría del caos? Se supone que todo tiende a ordenarse y cuando ya está todo muy acomodadito, vuelta a empezar con el desgarriate
Según los que saben, esto de andar arreglándose y desacomodándose es cuento de nunca acabar… y como todos vivimos en el universo y ni modos de irnos a otro lado, pues nos tenemos que soplar los ajustes y desbarajustes, hasta el fin de los tiempos que, como ya quedó dicho, cuando se acaban, vuelta a empezar... y así...
¡Olé!... L@s que no vivimos en Madrid nos ponemos el traje de luces y a la hora indicada guardamos respetuoso silencio... luego estallamos en vivas y al final corremos a apartar nuestro ejemplar. Felicidades.
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