Llegar a los cincuenta
Éstos en seguida se verá que son versos de ocasión, sueltos y arbitrarios, en los que rima y metro caen cuando caen; su único chiste, aparte de lo celebratorio, es que dicen alguna cosita de la edad que entre burlas y veras...
LLEGAR A LOS CINCUENTA
a mi querido amigo
Sergio Roterman,
en sus primeros cincuenta
No es tan fácil llegar a los cincuenta.
Los que ya lo pasaron ni se acuerdan,
los que están más abajo
no lo toman en cuenta,
esperan que no los muerdan
los colmillos feroces de los años
que no respetan idiomas ni tamaños,
les parece que están como en la cuerda
que tiene muchos nudos de trabajo
en los que hay que escalar,
hacer algún esfuerzo
–¿cómo se dice: torzo o tuerzo,
y cómo me acomoda: forzo o fuerzo?,–
y mejor la desechan, ¡a volar!
y nudos de placer que se deslizan
más bien de bajadita hacia una loca edad
que aquellos que la pisan
quisieran con adecuada propiedad
que su festejo en los demás se sienta.
No es tan fácil llegar a los cincuenta.
Son fáciles los pasos prematuros
que dan algunos niños apurones,
es muy fácil la técnica y la ciencia
para instalarse en plena adolescencia,
son fáciles los bluses y foxtrotes, las rolas y los sones
que se cantan agudos,
hirientes y picantes como chiles crudos,
cuando la edad está de tal manera
que se embelesa el cuerpo con la primavera;
es muy sencillo aficionarse a fiestas,
a paseos, a trotes, a proyectos en que suenen éstas
como razones últimas de todo,
las pachangas digo,
los relajos que hacemos al abrigo
de la bonita edad
que sin sentir se pasa,
y que el agua del tiempo vuelve lodo,
ay todo es puro polvo, todo,
es fácil ufanarse de músculos y bíceps,
tanto físicos como inteléctualeps,
son fáciles Platones y Aristóteleps,
Plotinos , Shopenháhueres y Esquilos
Heródotos, Plautos y Sanagustines,
Molieres y Corneilles y Racines
y es fácil acoplarse a los estilos
con que la juventud su haber cuenta y descuenta
pero no es tan fácil mirarse en los cincuenta.
Pongan ustedes por ejemplo un hombre
como éste que tenemos
y en cuyo honor bebemos,
bien vestido, elegante, generoso,
buen amigo, galán de punta a punta,
cuya lealtad con simpatía se junta,
abundoso
de dones, bien dotado de ingenio, de renombre
por su buena voz y su talento musical
que hace un pan tan sabroso y tan cabal
que la avenida de la Paz se magnifica
y envuelta en ese olor que panifica
las almas, toda desolación descuenta,
vivifica, tonifica,
la vida explica: ¡cosa rica!
y en levadura asciende la explosión incruenta
del placer concedido en baguette a los amigos
y digámoslo si no, pues hay testigos:
no es tan fácil llegar a los cincuenta.
Si se apura aquella enjundia que arremete,
aquel valor como de cero cero siete,
la vida acaba siendo de verdad un cuete,
aquella propensión al cien por ciento
en todo lo que causo y lo que siento
acaba por volvernos puro cuento.
Vale más paso constante,
humildad, perseverancia y ante
la adversidad del tiempo ir adelante
haciendo una labor panificante.
Vanidad es todo: la seda, la elegancia,
el smocking, el frack, la pajarita,
los vinos y los viajes,
el recuerdo y el olor de Francia,
y estos trajes divinos y esta cita
que tanto es advertencia como cuenta:
no señoras, señores, primos, amiguita,
no, no es fácil llegar a los cincuenta.
Aunque es mitad en rigor, es la mitad más larga,
es la subida toda de la barda
y en el pretil sabemos que del otro lado
se baja rápido y está nublado.
Y pues esto es así y así se sabe
busquémosle la vuelta más sabrosa;
que se acabe la pena, que se acabe,
y comience la veta prodigiosa
de la música fresca y saltarina
a darle al corazón su medicina:
comamos y cantemos,
bebamos y brindemos,
fumemos, platiquemos
y en comunión alegre retocemos,
y con este propósito hagan cuenta
que el señor Roterman se beneficia
pues todo lo que toca lo acaricia:
ha llegado el señor a los cincuenta.
Sergio Roterman,
en sus primeros cincuenta
No es tan fácil llegar a los cincuenta.
Los que ya lo pasaron ni se acuerdan,
los que están más abajo
no lo toman en cuenta,
esperan que no los muerdan
los colmillos feroces de los años
que no respetan idiomas ni tamaños,
les parece que están como en la cuerda
que tiene muchos nudos de trabajo
en los que hay que escalar,
hacer algún esfuerzo
–¿cómo se dice: torzo o tuerzo,
y cómo me acomoda: forzo o fuerzo?,–
y mejor la desechan, ¡a volar!
y nudos de placer que se deslizan
más bien de bajadita hacia una loca edad
que aquellos que la pisan
quisieran con adecuada propiedad
que su festejo en los demás se sienta.
No es tan fácil llegar a los cincuenta.
Son fáciles los pasos prematuros
que dan algunos niños apurones,
es muy fácil la técnica y la ciencia
para instalarse en plena adolescencia,
son fáciles los bluses y foxtrotes, las rolas y los sones
que se cantan agudos,
hirientes y picantes como chiles crudos,
cuando la edad está de tal manera
que se embelesa el cuerpo con la primavera;
es muy sencillo aficionarse a fiestas,
a paseos, a trotes, a proyectos en que suenen éstas
como razones últimas de todo,
las pachangas digo,
los relajos que hacemos al abrigo
de la bonita edad
que sin sentir se pasa,
y que el agua del tiempo vuelve lodo,
ay todo es puro polvo, todo,
es fácil ufanarse de músculos y bíceps,
tanto físicos como inteléctualeps,
son fáciles Platones y Aristóteleps,
Plotinos , Shopenháhueres y Esquilos
Heródotos, Plautos y Sanagustines,
Molieres y Corneilles y Racines
y es fácil acoplarse a los estilos
con que la juventud su haber cuenta y descuenta
pero no es tan fácil mirarse en los cincuenta.
Pongan ustedes por ejemplo un hombre
como éste que tenemos
y en cuyo honor bebemos,
bien vestido, elegante, generoso,
buen amigo, galán de punta a punta,
cuya lealtad con simpatía se junta,
abundoso
de dones, bien dotado de ingenio, de renombre
por su buena voz y su talento musical
que hace un pan tan sabroso y tan cabal
que la avenida de la Paz se magnifica
y envuelta en ese olor que panifica
las almas, toda desolación descuenta,
vivifica, tonifica,
la vida explica: ¡cosa rica!
y en levadura asciende la explosión incruenta
del placer concedido en baguette a los amigos
y digámoslo si no, pues hay testigos:
no es tan fácil llegar a los cincuenta.
Si se apura aquella enjundia que arremete,
aquel valor como de cero cero siete,
la vida acaba siendo de verdad un cuete,
aquella propensión al cien por ciento
en todo lo que causo y lo que siento
acaba por volvernos puro cuento.
Vale más paso constante,
humildad, perseverancia y ante
la adversidad del tiempo ir adelante
haciendo una labor panificante.
Vanidad es todo: la seda, la elegancia,
el smocking, el frack, la pajarita,
los vinos y los viajes,
el recuerdo y el olor de Francia,
y estos trajes divinos y esta cita
que tanto es advertencia como cuenta:
no señoras, señores, primos, amiguita,
no, no es fácil llegar a los cincuenta.
Aunque es mitad en rigor, es la mitad más larga,
es la subida toda de la barda
y en el pretil sabemos que del otro lado
se baja rápido y está nublado.
Y pues esto es así y así se sabe
busquémosle la vuelta más sabrosa;
que se acabe la pena, que se acabe,
y comience la veta prodigiosa
de la música fresca y saltarina
a darle al corazón su medicina:
comamos y cantemos,
bebamos y brindemos,
fumemos, platiquemos
y en comunión alegre retocemos,
y con este propósito hagan cuenta
que el señor Roterman se beneficia
pues todo lo que toca lo acaricia:
ha llegado el señor a los cincuenta.
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