¡Qué noche!

Ahora sólo quiero dormir, dejar de saber lo que fue la noche: naufragábamos, navegantes, no podía yo controlar la barca de mi adolorido cuerpo; todo era equívoco y tortuoso, punzaba y daba miedo, y no había adónde llegar, no había amanecer ni puerto en perspectiva. Sólo quedaba la profundidad como destino.

Yo espero que este fármaco sea tan eficaz como maligno. Es poco lo que puedo decir esta mañana. Tendré que ser discreto y breve y me acomodaré a las circunstancias; un día más, o dos días más. Ya tendré tiempo de explayarme y contarles imágenes que se me atravesaban cada vez que intentaba despertar y veía el reloj: ¡ya, ya, sacúdete, sal de allí! Pero el dolor me lo impedía.

Pensaba en el poema que tenía que aparecer y se me ocurrían montones de cosas que contarles. Pero no puedo. Mañana. Ténganme paciencia.


VECINOS

Nada ha de mejorar en mi escritura
el que me asome al pozo de la huerta
de la casa de Lope de Vega a una ventana de distancia
de la casa en que vivo
a un lado de la churrería y piense
con temblor emocionado que muchas mañanas de verano
como ésta el Fénix en camisa
de esa hondura sacó cubos de agua
para regar unas plantas por él cultivadas aquí
y que ya tampoco están.
No ha de mejorar mi escritura
pero mi corazón se alegra.

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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Animo Alejandro y entusiasmo, que ya vendrán otras noches y otros días mejores y otros sueños.

A los amigos ya nos tienes seducidos con tu prosa y con tus versos, y ya los esperamos como una dadiva, y como una dosis de no se que diaria droga -pero algo le pones a este blog, será quizás el muérdago de los druidas- que cuando no puedo leerlo, siento una carencia.

Anónimo dijo...

Mi querido Alejandro:
Aquí estoy con toda paciencia, esperando el día, tomando tu mano y esperando, mañana...

Marcelo Galván dijo...

La noche tormentosa se inserta en la mañana luminosa. Anoche es hoy y hoy mañana. Tu vida entera es ya un poema que contempla la luz risueña.

Todo-todos viajamos en este naufragio mágico de flotar en el Universo.

Aquí-allí estas-mos tomandote-nos las manos.
mis-tros abrazos se entrelazan y al caer tu-estra tarde-checer tiendo mi mirada sobre el mar y te sonrío.

Gracias por ser-estar y remar en la tormenta.

Colibrí dijo...

en esas noches de tormenta no sirve enviar optimismos de pacotilla...

pero qué tal mil abrazos
y una promesa de espera.
aquí te esperamos...