La mano

He aquí un poema celebratorio de altos vuelos. Es eso lo que tiene el estro, que a través de la cosa nimia toca, o busca tocar, lo sublime. La historia de la especie no va sin la mano, pero tampoco su posible futuro y trascendencia.


LA MANO

La mano importa tanto al manojo de nervios
como al intrincado sistema de emociones que conforman el mundo
pues en ello la mano aporta, la mano surte, rebana,
la mano instruye, aprieta, eleva, musicaliza,
y todas las acciones se inscriben disciplinadas en el carnet riguroso de la mano
para pasar al ejercicio voraz de los sentidos que de ella se valen para cambiar de reino: de los tres no se hace uno
y el que surge nuevo se proyecta por la gracia del tacto hacia otros juegos;
es otra cosa el mundo desde la perspectiva de la mano;
la historia no es ni lineal ni cíclica ni recta ni nosotros somos lo que parecemos ser;
quedan vestigios que el amor detecta en ella del tacto de la piedra,
de la alegre chamusquina del fuego,
del orgullo con que la mano levanta la herramienta para enseñársela al sol,
de la naturalidad con que se hicieron sus líneas: escritura sagrada
de un poder anterior a la conciencia;
la mano importa más al delta de la sangre que a la cuenta finita de latidos
que han de llegar a un paraíso distinto
en donde no se diferencia mano de pie de brazo de labio de párpado ni de corazón sangrante,
mas otra cosa es su destino;
de lo que es la mano: el alba de la memoria,
el celaje de la intuición, la fiesta.