Ventana
Muchos de mis poemas tratan de escudriñar el enigma de la muerte: el cuerpo es el estuche del alma pero alma y cuerpo no pueden ser dos cosas diferentes, no pude ser que una y otra se separen y chao, yo me voy a la vida eterna y ahí te quedas. Más es el cuerpo. Ya no insisto en la parte gráfica de éste como de todos los de su entorno, ya los arreglaremos cuando volvamos a casa, y les pondremos la voz.
VENTANA
Erizado,
como en espinas secas que salen
está mi cuerpo que qué es,
un derrame que se va a perder,
un dolor.
No lo digo por cosas de la carne,
la piel qué,
y lo de adentro
que no acaba de ser más que misterio.
Sí: olor, color, textura, peso, sí. Pero.
Es que hay veces que los ojos
bufan,
el alma entonces
o lo que está impuesto en su lugar
se aguza
y pica,
horada,
sangra
con una tampoco sangre
pero que así parece. Ay.
No muero pero me duele.
Por un orden vital ajeno
rueda la hermosa célula
sin que podamos nada
para levantar el incomprensible destino de la carne
que es ánima con cosa.
Me la palpo.
Me lastima
Feliz, feliz, no soy.
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