Lenguajes del blog II

Dejé pendiente el tema de los lenguajes del blog no crean que por descuido sino porque se me fueron atravesando otras cosas que van teniendo lo suyo y ocupan mi poca capacidad creativa y sobre todo el espacio destinado al diario en esta página; porque podría ir aumente y aumente temas y desbordar la extensión que me tengo propuesta y que, como a ustedes les consta, es razonablemente corta. Nos habíamos quedado en que si convenía la reducción de letras para la elaboración de los mensajes a cargo de la novedad del género (éste, el blog) y de su posible parentesco con los mensajes SMS (Short Message Service), y yo decía junto con varias opiniones que se juntaron luego luego, que no le veía el caso. Esa reducción se ha creado específicamente para un fin: mandar mensajes por teléfono de la manera más económica posible, y esa función ha ido creando sus propios códigos que utilizan sus principales usuarios: los chavitos. Y los no tanto.

¿Pero qué caso tendría que redujera las palabras al tratar de describir por ejemplo la pregunta acerca de una calle que conté ayer? Pdne sr, dnd qda la cll Qvdo. Podría ser chistoso y llevarnos a situaciones divertidas pero acabaría limitando y estorbando nuestro interés mutuo que es el de usar este espacio para compartir con los demás, tantos como sea posible, un determinado número de experiencias, las de un señor que vive en Madrid en unas circunstancias determinadas y que ha hecho a lo largo de la vida tales y tales cosas que le apetece contar y compartir con los demás, entre ellas algunos libros que aquí van apareciendo centaveados, cambiados en morralla, desarticulados de sus hojas de papel cosidas unas a otras y amarraditas a unas pastas y puestos a orear como prendas de ropa en el tendedero.

Más bien me atrevo a reivindicar para este medio, el blog, el lenguaje pleno y el uso de todas sus herramientas. Las visuales, por ejemplo. El recurso más socorrido es el video (en España se acentúa y se dice vídeo), pero muchas veces parece no estar integrado a un discurso propio sino remitir al espectador a lo que quiera y pueda comprender a partir de la información que ofrece el ancho mundo de los espectáculos mediáticos, parece no ser parte de lo que se está contando o construyendo, y aquí sí conviene la discusión o en todo caso la reflexión acerca de su uso. La fotografía, que tiene magníficos auxiliares técnicos a disposición de los creadores, como el movimiento de imágenes con distintas modalidades. Y sobre todo, la palabra. Entre más abundante y rico sea el lenguaje más cerca estaremos de poder discutir con sensatez acerca de las posibilidades que ofrece el blog de acercamiento entre personas que viven un mismo idioma de muchas maneras diferentes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso, mi querido Alejandro: estoy de acuerdo contigo en aprovechar este medio en toda su amplitud de posibilidades, una de las cuales es expresarse en manera completa en nuestro idioma.

Creo que el "ahorro" de letras en el uso de los SMS nació porque, en los inicios, más letras usabas y más pagabas. Hoy, si no me equivoco, el único límite debería ser el de la memoria que el productor del teléfono celular impone para este tipo de mensajes (el número máximo de caracteres), ya que hay tarifas en todos los países, sin contar las promociones, donde pagas una cantidad bastante razonable por enviar los mensajes que desees durante un período de tiempo.

¿Qué es lo que queda entonces que hace que mucha gente continúe ahorrando letras? Seamos sinceros: para mí es simplemente la flojera.

Tengo un amigo físico, investigador de la UNAM, que opina que los grandes inventos de la tecnología se deben precísamente a la flojera: ascensores para evitar subir escaleras, poleas y palancas para aliviar pesos, bicicletas y autos para evitar caminar, etc. Es la flojera de picar botoncitos, la sensación de "ahorrar tiempo" la que empuja a alguien a ahorrarse letras para comunicar (cosa que en sí me suena mucho a paradoja).

Pienso que lo que sucedería en cualquier contexto si se decidiera ahorrar las letras de un idioma dando por sentado que el interlocutor podría comprender de igual manera el mensaje, es que llegaría el momento en que alguien descubriría la necesidad de establecer ciertas reglas, y ello simplemente porque ese nuevo "lenguaje" debería tener como característica (pienso) el que todos lo comprendieran de igual manera (ver similitud con los problemas del lenguaje que ya poseemos). Por ejemplo, para distinguir el "porque" explicativo y el "¿por qué?" interrogativo. En el idioma "normal" basta separar, acentuar y poner símbolos de interrogación en el segundo caso, ¿pero en el lenguaje SMS cómo le haces, si lo que deseas es ahorrar caracteres? El espacio en el interrogativo desaparece, lo mismo que los símbolos, y terminarían ambos en algo así como "pq", o peor, como "pk", dejando al lector del mensaje la tarea (a veces titánica) de discernir entre cuál de los casos es el que se usa en el mensaje.

En fin, se harán congresos del lenguaje SMSístico y se terminaría con discusiones como las de la RAE para decidir cuál neologismo se acepta como parte de su evolución y cuál no.

Por otra parte, comentar lo de "vídeo" cn acento en la "i". La primera vez que lo escuché me impresionó pero me puse a investigar, y llegué a la conclusión de que los españoles pronuncian correctamente. Dos cosas me lo dicen: a) en mis diccionarios está consignado con acento en la "i", y soy de los que aún creen en el uso del diccionario; b) la raíz latina de la palabra se acentúa en la "i".

Aunque me cuesta trabajo, cada que debo usarla en español hago el esfuerzo de quitarme más de 35 años pronunciando "vidéo" y trato de pronunciarla no como la pronuncian los españoles, sino como legítimamente debería ser pronunciada: "vídeo".

Un abrazo enorme.

Alejandro Aura dijo...

Gracias, Fernando; me encanta la amplitud y profundidad de tus participaciones. En cuanto al uso "correcto" o "incorrecto" de las palabras, yo tengo más bien la idea de que los distintos modos de usarlas revelan distintas sensibilidades y características de quienes las usan. El hecho de que haya tantos usuarios del idioma español repartidos en muchos países con historias y características distintas nos da una libertad enorme para entender y aceptar que no hay una manera única y legítima sino muchas de usar un idioma.