Foto fija y desnudos
Hay signos que uno no sabe cómo interpretar. El 3 de junio, hace una semana, el presidente Calderón salió de gira hacia Europa. El periódico mexicano El Universal consignó, en su versión de internet, la llegada a Roma y la recepción por parte de un representante del Papa y del embajador Rafael Tovar. Lo normal, pues. Pero una semana después, el sábado en la noche, seguía la misma foto. Diario la misma imagen, como si fuera la noticia del momento. Hasta ahora siempre he visto cambiar no una sino varias veces al día las imágenes gráficas del periódico. Pues ¿qué pasó? ¿Qué enigma hizo que la Oficina de la Presidencia, encargada de la imagen pública del Presidente, decidiera que no habría imágenes gráficas de la gira que lo llevó incluso a la reunión del G8 y que esa primera habría de permanecer? Jamás lo sabremos. Lo que no podré creer, así se arrodille en pantalla el responsable directo, es que El Universal decidió no cambiar la foto porque le pareció muy bonita.
Pero anoche, cuando anotaba la anterior observación fui a la página referida del periódico y como si me hubieran estado espiando por satélite, ¡plas!, de repente cambiaron la foto y pusieron un montón de imágenes deportivas. ¡Aguas!, dijeron, ¡ya se dio cuenta Aura! Desaparecieron de sopetón el Presi, Rafa y el cura. Ahí se acabó de golpe el motivo de la observación que me dejó un extraño malestar mediático porque no sé cómo explicarlo. Algo perverso nadaba como una nata sobre el agua de esa foto estancada. Igual de duro debió haber sido para el diseñador de la página tener que dejarla siete días.
Hoy, en cambio, lo que me llamó la atención fueron los ciclistas desnudos en varias ciudades del mundo. ¿Cómo fue que se pusieron de acuerdo?, me pregunto. Seguramente por internet. Debió haber alguna iniciativa que circuló de pantalla en pantalla para convocar a cientos de personas en diferentes ciudades para que salieran encueraditos con sus bicis a manifestarse en pro de la alegría y en contra de los coches, o algo así. Aunque es evidente que lo importante era pasear desnudos por la ciudad. Van todos contentos en Washington, en Londres, en Madrid, en México, en Vancouver o en París, y divertidos también los transeúntes y los automovilistas. Cada vez hay más pretextos para desnudarse en público y sorprende menos. Me acuerdo de los primeros que en los estadios deportivos o en los grandes acontecimientos públicos se quitaban la ropa y salían corriendo hasta que la policía los atrapaba, los envolvía y se los llevaba para corregirlos. Yo creo que las fotos públicas de Tunick han ayudado a verlo con más naturalidad.
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