Carne en vigilia

Sí, el parón de la Semana Santa ha estado creativo y hasta diría que divertido, pero también esta semana se acaba, como todas, y detrás vienen las que no son de excepción sino ordinarias, en las que se hacen las cosas que hay que hacer. Yo me veo en un predicamento porque a pesar de que he obtenido una muy grata respuesta de lectores en los casi dos meses que lleva de publicarse todos los días este blog no he podido detectar si les importa que sea de poesía o les da lo mismo lo que publique. Yo ni bien ni mal, ni me siento mejor ni peor, nomás que me gustaría saberlo. Porque en todo caso ya se supone que voy a hacer exactamente lo se me antoje y voy a publicar poemas y textos en prosa más las páginas cotidianas de este diario que me tiene tan divertido, pues acoge con generosa manga lo que cada día me va pasando en la imaginación, en la experiencia o en la memoria. Porque no sigo ningún patrón, nada me sujeta, ni siquiera la respuesta de los lectores, todavía.

De modo que siguiendo un leve plan original, voy a seguir publicando poemas. Como creo que han sido muy pocos los lectores de mis libros más recientes -no así de los primeros, curiosamente, porque entonces había expectativas del rumbo que tomaría un joven poeta- me voy a permitir, con permiso de ustedes, reproducir los versos del libro "Poemas y otros poemas", cuya edición y distribución fue tan limitada que anda por el mundo disfrazado de casi inédito. Y tal vez, al ir saliendo día con día, vuelvan a hablar conmigo, algunos de ellos, con la intimidad con que lo hicieron cuando ellos y yo nos estábamos escribiendo, y acepten, aunque con un poco de rubor, hablar con los demás. De manera que a partir del lunes próximo poneos abusados.

Muy bonita calle nos dejaron con las obras de remodelación del barrio, que ni qué, pero confieso que anoche me sentí frustrado cuando supe que no pasaría por aquí la procesión del Señor de Medinaceli que ha pasado todos los años anteriores y que yo suponía que ya tenía esta ruta desde los tiempos de Lope, por lo menos; que porque todavía no están terminadas las obras de Puerta del Sol y eso los obligó a hacer otro recorrido, decía la información. Me puse a imaginar el papelón que habría hecho si hubieran venido amigos a verlo desde mis balcones, como dije orgullosamente días atrás.

Este sueño saltó inoportunamente pidiéndome que lo publicara; debe ser de principios de los noventas y desde entonces ha andado escurriendo por mis archivos, y digo que es un poco inoportuno porque para los católicos estos días son de vigilia rigurosa, aunque no hay que olvidar que los pueblos del tercer mundo tienen dispensa de esta regla y yo, en particular, porque tengo que recuperar hemoglobina, neutrófilos y demás componentes sanguíneos que abate el carboplatino con su entusiasmo destructivo, además de no pertenecer a la cofradía. Con esto del entusiasmo destructivo me acordé de aquella preciosa copla de la lírica popular hispana: "Vinieron los sarracenos / y nos molieron a palos, /que Dios ayuda a los malos / cuando son más que los buenos". El sueño es tan puro, tan claro, tan rotundo que no necesita ninguna glosa, está listo para ser comido y aprovechado tal cual es.


SUEÑO CON CARNE

La tierra es toda de carne. Roja, jugosa, palpitante
carne conforma la geografía de la tierra; carne comestible,
apetitosa, nutritiva. El descubrimiento me asombra; voy
azorado por llanuras de carne; me detengo a constatar: sí,
blanda, posible, nuevamente carne, como en el principio,
cuando estaba acabada de hacer; cuando la tierra era nueva,
claro, estaba en carne viva. Lo malo es que cada vez hay más
gente y no va a alcanzar y además la están llenando de cosas
encima, ya no se le puede hincar el diente con facilidad como
antes, cuando toda era pura pulpa sangrante, un tablero de
cortes: aguayón, filete, rosbif, diezmillo, y los caminos
eran de suave carne molida o de pescuezo picado y los
lomeríos eran suaves pendientes de falda de res. Carne,
carne, trescientos sesenta grados de carne, y en ella yo,
antes que nada yo, yo en la carne, yo por la carne, yo con la
carne, yo la carne.


3 comentarios:

Guillermo Vega Zaragoza dijo...

Don Alejandro:

Pues yo veo muy buen que siga con la poesía, y que también de repente, hable de lo que le dé la gana, porque para eso es el blog, hasta ahorita el espacio público más libre que se haya inventado.

Resulta que a veces los lectores son tímidos y no se les da eso de dejar comentarios, se lo digo por experiencia, pero le aseguro que lo leen (leemos, dijo el otro) con gusto renovado.

Así que siga convidándonos con sus interesantes reflexiones y bellos poemas.

Un abrazo de sábado de gloria.

Guillermo Vega Z.

Anónimo dijo...

Me gustarìa leer uno en especial. Imagino que viene en el libro "inèdito". Usted sabe a cual me refiero. Por estos lares no lo encontramos en las librerìas.

Gracias Don A.A.

Sol triste.

Colibrí dijo...

pues si se trata de preguntar nomás pa saber: yo prefiero leerte en prosa, y sobre todo s es de la prosa que a veces se saca uno de la ancha manga de merlín, me parece que lo cotidiano es lo que nutre (aunque de lo cotidiano salga la poesía, a mi me gusta leer algo que parezca crónica, la poesía a veces ni en prosa me llama)