Domingo, día de fiesta

Se han de encontrar ustedes con un montón de novedades en esta página, como ropa de estreno, como zapatitos de charol recién salidos de su caja de cartón oloroso, como cuellos y puños de encaje almidonados, y es que Milagros se aplicó en la semana para vestirla y engalanarla. Le cambió las fotos por las de otros ángulos del salón de casa; le cambió la imagen de entrada poniendo mi nombre manuscrito en lo que ahora ya es todo un documento de identidad: foto, nombre y firma. Le puso la dirección electrónica como reclamo para palomas mensajeras; le puso un contador que indica cuántos lectores están dentro de casa en el momento real, para poder ofrecerles algo, aunque sea un vaso de agua, una palabra de aliento, un gesto de cortesía: pase usted, siéntese, qué le podemos ofrecer. Otrosí, puso cortes para ir al complemento de cada texto de modo que la página no se haga un chorizo interminable sino que tenga el párrafo primero del texto de cada día y te lleve de la mano al interior, en donde está lo demás que querías saber, la mera carnita. Y agregó dos etiquetas, cáncer e ilustraciones para guiar a quienes van a buscar algo determinado. Ítem más, puso en la columna de la izquierda, a la que redujo y adecuó el tamaño de la letra, el principio de las intervenciones de quienes me hacen el atento favor de poner algo. Y no contenta, mi ciberchiquita todavía nos inscribió en tres clubes de blogueros para que no vayamos solos por la vida. Así que termina la semana con salvas y cohetones, con colores y luces de bengala y listos para emprender lo que ahora venga.

Que será desde mañana la aparición diaria del libro "Poemas y otros poemas", que publicó el Fondo de Cultura Económica, de España, en 2003, y cuya circulación ha sido tan precaria. Así que corran la voz, lleven la nueva por calles y plazas, vístanse de gala para acudir a salones y recepciones anunciando el feliz acontecimiento, digan a una la nueva y a voz en cuello clamen que tales poemas serán día con día flor y fruto de esta planta virtual que regamos entre todos con el agua lustral de nuestra lectura.

Falta una modificación que aparecerá cuanto antes: vamos a cambiar la etiqueta genérica de poemas por las de los títulos de los libros respectivos para evitar confusiones. Que alguien crea que tal poema pertenece a un orden que le es ajeno: así comienzan todas las catástrofes; es más, tal es el inicio de la tragedia. Así, en adelante dirá "Se está tan bien aquí" o "Poemas y otros poemas", y cuando termine la publicación de este y siga otro...

Hoy por lo pronto, me encontré con esta proposición que hice hace unos años en México -seis o siete, quizás- y que por desgracia no tuvo acogida en su momento; probablemente no la supe mandar por los cauces adecuados, no supe dirigirme a la entidad precisa o me faltó armar primero el corporativo de presión que hiciera que las autoridades se plegaran a tomarla en cuenta, o no acudí a las instancias legislativas correspondientes. Vuelvo a sacarla con la secreta intención, una vez más, de que prospere, tal vez ahora encuentre mayor sensibilidad administrativa, o quizás salte fronteras ya que ahora vivo en otro país y nos movemos con tanta soltura por el globo terráqueo y lo que era una propuesta local podría devenir iniciativa universal; a lo mejor los organismos internacionales son plataforma más adecuada para su lanzamiento. No sé. Y viéramos por ejemplo al poeta residente en la guerra de Irak. U otras epopeyas semejantes. Lo pongo a consideración de ustedes.


POETA RESIDENTE. UNA MODESTA PROPOSICIÓN.

He aquí que antes de que amaneciera, incluso antes de que comenzaran los gorriones y las primaveras a anunciar la llegada inminente de la luz del día, cuando todo estaba aún a orillas de las negras aguas de la laguna de los sueños, me comenzó a rondar algún dios o una diosa que me sugería una y otra vez proponer la creación del puesto de Poeta Residente en la Construcción. ¿Pero cómo sería eso?, me preguntaba a mí mismo sin querer desunir mi cabeza a la blanda piedra placentera de la almohada, y sin poder hacerlo. Pues muy sencillo: la Casa del Poeta debe asumir la histórica responsabilidad y comenzar a tramitar, tanto en la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción como en los Colegios de Arquitectos y de Ingenieros, así como en las Comisiones correspondientes del Congreso, la reglamentación que especifique que cada obra de carácter público que se apruebe en el país tenga la obligación de contratar a un Poeta Residente que vaya confeccionando su obra poética al tiempo que se fabrica el edificio, la carretera, la presa, el monumento.

No necesariamente descriptivo pero sí en paralelo; sin restricciones ni prejuicios -no limitéis la libertad creadora, ya sabrá el maestro si utiliza el ingenio para labrarse, con estructura semejante, un palacio interior o si nos da la bitácora de las navegaciones; cualquier cosa estará bien pues se habrá de elegir a los mejores mediante jurados móviles de personalidades del mismo oficio-; y aun con la invitación para asistir a juntas y alegatos de ingenieros, arquitectos, proyectistas y todos los que deciden los caminos a seguir en lo construido; por el lapso que la obra transcurra y con la obligación de presentar lo realizado al tiempo que se inaugure -aunque claro que no será necesario que declame en el acto protocolario-, sin demérito de que el poeta se pueda permitir, ya bajo su cuenta y riesgo, seguir con el mismo tema durante el resto de su vida.


Los presupuestos para tales obras, sobre todo las faraónicas, que serían las más demandadas, suelen remontarse a los cientos o miles de millones por lo que el salario del Poeta Residente, por mejor que fuera, sería semejante a la insignificancia de un grano de alpiste en la sección de gramíneas y a cambio de eso el país tendría una riqueza poética -aparte de la mucha de que ya disfruta-, relacionada de manera directa con sus anhelos constructivos, con su crecimiento urbano y mundano. Una auténtica poesía civil acompañando el desarrollo colectivo. Los poetas tendrían de qué vivir, su obra estaría indisolublemente ligada al tiempo y a los acontecimientos y le daríamos al mundo un ejemplo de cómo nuestra república ha sabido aprovechar a sus poetas antes que tomar el trillado camino de echarlos de su seno.


Claro está que la participación de los vates sería estrictamente voluntaria: el que quiera, que se aplique y que aplique y solicite, y el que no, que no. Pero, ¿se imaginan ustedes al Poeta Residente que le hubiera tocado el contrato del Hotel Sheraton del Proyecto Alameda? Desde la excavación profunda para colocar los cimientos hasta la coronación de las antenas que al final le correspondan en la cresta. Y habría estado tantas horas de tantos días de tantos meses enfrente, en la Alameda, con su abigarrado bagaje histórico y espiritual, y en las propias rampas por donde los albañiles, los plomeros, los electricistas a toda hora suben y bajan, viendo, conviviendo con el hormigueo del trabajo, la llegada de los materiales, el esfuerzo del músculo y el cumplimiento mecánico de las herramientas, la solidificación del aire piso a piso, el reto de la hercúlea construcción burladora de los terremotos, el entorno transformado, la efervescencia de la vida, el taquero en bicicleta con los frascos de salsas verde y roja amarrados a la canasta equilibrista en la parrilla, y por las madrugadas laborales, la vaporera de donde brotan los vigorosos tamales con que se confeccionan las guajolotas. Por decir algo. Aunque claro que el ojo del poeta vería lo que los demás no vemos por más que también sea nuestro.


O el poeta chiapaneco al que le hubiera tocado ser residente en la Presa del Sumidero. ¡Qué epopeya! ¡Sólo de imaginarla me suda la frente! O los residentes de las colosales excavaciones del Metro o del Drenaje Profundo. O el Poeta Residente en la construcción de una autopista a través de cientos de kilómetros de desierto en Sonora. Mucho mejor que la más generosa de las becas. En fin, por no ser exhaustivo, se los dejo así, aunque a mí me haya durado mucho más el ensueño, por lo que estoy en la mejor disposición de ofrecer las asesorías que sean necesarias (no por fuerza gratuitas ya que cada quien debe vivir de lo que, mal que bien, sabe hacer).


Ccp. Presidente de la República.
Director de la Casa del Poeta.
Presidente del CNCA.
Presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción.
Presidente del Colegio de Ingenieros.
Presidente del Colegio de Arquitectos.
Srio. de Obras y Servicios, GDF.
Director de la Facultad de Arquitectura, UNAM.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Andaba yo con ganas de entrar en tu blog. Entrar a escribir, quiero decir, porque a leer entro a menudo. Te disfruto como quien toma el sol un ratito en un banco del parque y me voy sin dar las gracias a nadie. Pero esta mañana aquí estoy con un regalo. No puedo pedirte que cierres los ojos para descubrirlo con tus manos.

Treinta minutos rápidos
de paso ligero
me separan de vuestra casa.
Yo creía
más largo el camino,
mayor la distancia.
Buscaba metros
autobuses, rodeos
para llegar
a la hora acordada.
Nos encontramos el tiempo
dividido en minutos
horas, semanas
decenios de años.
Nos encontramos la distancia
dividida en metros
hectómetros, millas.
¿Y el cariño verdadero
en qué medida
queda triniplicado?

Alejandro Aura dijo...

Gracias, Arantza, qué bien se siente que alguien le dé a uno regalos.

Colibrí dijo...

es la pimera vez que entro a este blog.

y ha sido un gran hallazgo!
gracias!

por aquí nos leeremos seguido!!

Anónimo dijo...

Por fín, la semana santa me brinda el chance del ocio. Por fín te visito en ésta tu casa y me renuevo, me refresco en tus plabras, tus poesías y (como no) tus sonrísas. Vuelvo de tu mano a tu casa, como en estos días en que volví a visitar la de mi infancia, la de mi abuela. Ahora, a la distancia también te visito y les dejo una sonrísa y un abrazo cariñoso, como siempre. Espero, eso sí, visitarlos más a menudo, no solo en la web, sino en persona, y así poder arrasar (literal) con los restos de tu deliciosa cocina y tu generosa mesa. Por lo pronto, me deleito con tus bocadillos escrítos.

afectuosamente:

"un gorrón"

Alejandro Aura dijo...

Gracias, Colibrí, espero verte aletear con frecuencia por estos aires.

Alejandro Aura dijo...

Órale, mi buen Marcelo, por acá te esperamos cuando quieras.

Alfredo dijo...

Alejandro:
Me da gusto ver que tu blog va avanzando y mejorando con el tiempo como el buen vino.
Me doy cuenta que la Semana sana ha sido fructífera y ha traido cambios muy agradables.
Felicidades a Milagros y para ti un abrazo enorme.