Algunos antecedentes

En 1877, en Alcoy, provincia de Alicante, nació mi abuelo, Antonio Aura Peydro, hijo de Antonio Aura Sempere, quien lo era de Antonio Aura Gosalbes, papelero, de quienes no sé absolutamente nada, sólo que el acta de nacimiento de mi abuelo, que sí obtuve, dice que así se llamaban su padre y su abuelo, a quien, si andaba entre los cincuenta y los sesenta (puedo suponer, aunque mi bisabuelo tenía veintidos cuando nació mi abuelo), seguramente ya no le tocó la guerra de Independencia, cuando Napoleón invadió España, en 1808, y luego de hacer abdicar a Fernando VII, coronó a José Bonaparte, su hermano; movimiento de gran envergadura histórica que repercutió en la Independencia de las colonias de América, aunque sí le debieron tocar las Guerras Carlistas (la Primera entre 1833 y 1840), verdaderas guerras civiles, que dejaron España hecha un desastre todo el Siglo XIX, por lo que mi abuelo emigró junto con su padre y dos hermanas, como miles y miles de españoles que se fueron al Nuevo Mundo, o a donde se pudiera, y recalaron en México, en donde le tocó la Revolución, según me contaba mi abuela, y eso que vivían en la Sierra de Guerrero, en Teloloapan, lugar bastante apartado de los conflictos gordos de "la bola". Cien años después, en 1977, ni uno más ni uno menos, nacería mi hijo Pablo.

También me dijo que mi abuelo era médico y que anduvo ayudando a restañar heridos y mutilados sin que le pagaran nada porque pos no tenían con qué, pobrecitos, y que su suegro, mi bisabuelo, también parece que era médico, nomás que el acta de mi abuelo dice que su padre era tejedor, lo mismo que sus cuates a los que llevó de testigos, con lo que yo me atrevo a suponer que el documento quería decir que se dedicaban al oficio textil que tenía arraigo en Alcoy, además del de la elaboración de papel. No sé si serían fabricantes o comerciantes de paños, u obreros en alguna fábrica; pero es evidente que las cosas no andaban bien, lo que obligó a mi bisabuelo a agarrar a su hijo y sus dos hijas y embarcarse en busca de mejor fortuna.

¿Y ustedes creen que no me habría gustado ser novelista para apasionarme por esta historia y ponerme a investigar, tomar notas, revisar archivos, reconstruir lo que el tiempo se ha encargado de borrar, y poner a vivir a estos abuelos míos en el palpitante mundo de los libros? Ya lo creo que me habría gustado. No saldría aquí la novela, claro, porque el medio no se presta, lo más probable es que no tuviera un blog, pero ya me la habría publicado alguna editorial grande y tal vez me habrían dado premios y sería famoso, o al menos viviría de lo que escribo. Pero, bueno, tampoco soy médico, ni comerciante, ni maestro de idiomas, ni capitán de barco, ni asesino a sueldo, ni todo lo demás que se puede ser.

Aunque bien que fui a Alcoy recién llegado a España, siquiera para ver cómo es e imaginarme cómo pudo haber sido cuando todos mis antepasados se llamaban Antonio: intento imposible porque el país ha sufrido una transformación en los últimos treinta años que lo ha dejado irreconocible, nada que ver con la España que fue pobre. Lo que vi, aunque parezca que no tiene que ver con lo que he contado, fue una paloma de color violeta (en mi pantalla se ve azul pero les juro que es de un definitivo color morado claro; nada me habría costado poner que era una paloma azul). Como pensé que sería difícil que me lo creyeran, o que yo mismo siguiera creyéndolo al paso del tiempo, la retraté, y me vuelvo a asombrar cada vez que sale de algún altero de papeles la fotografía.


LA PALOMA VIOLETA

Hay una paloma de color violeta, en Alcoy
y no es que esté manchada de color violeta
esa paloma de Alcoy
sino que por alguna mutación genética, entre todas
las palomas blancas que hay en el Parque de la Glorieta,
en Alcoy,
una salió morada, violeta, matizada de luz incandescente
de color violeta
como si fuera un ramo de violetas volando como una paloma
en el parque, en Alcoy.

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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Así somos, a veces, las palomas. Por alguna razón tornamos en violetas, o en moradas. En ambos sentidos de las dos palabras.

elvira dijo...

Ale.
"Algunos Antecedentes" tambien si fueras novelistas serias exelente.
Las palomas generalmente las imaginamos blancas, pero sì podrìan ser un ramo de violetas volando.

Colibrí dijo...

y yo me imagino a tu abuelo y a tu bisabuelo buscando en el futuro y tratand de imaginar cómo esque le entrabas al mole verde, al poblano, a toda esa comida que para elos hubiera sido "maldición de moctezuma"

y les hubiera causado la maravilla, pensar a la misma sangre comprendiendo y siendo parte de una cultura diferente..

*la maravilla* insisto

Lorena dijo...

que bonito poema, sobre todo cuando lo escucho de su propia boca... gracias :-)
interesante la historia de los abuelos, me gustaria investigar sobre los mios también...
saludos

Alejandro Aura dijo...

Gracias, muchachas, ya veo que les entusiasmó la palomita.
Lorena, está muy bonito tu blog. Y la verdad es que es emocionante investigar el origen de uno, aunque jamás pueda remontarse suficiente.