Ahí les voy

El día menos pensado sin necesidad de aparatos externos vamos a poder leer, oír, ver, sentir, a lo mejor hasta oler lo que pase por donde nosotros no andamos, y tal vez no falte mucho para que tal despropósito ocurra; seremos entonces semejantes a los dioses, aunque, claro, habremos perdido lo que en los últimos siglos hemos apreciado tanto: la individualidad. Vaya usté a saber. Sólo me quedó la duda de si Dios nos huele; yo para eso mejor no existiría.

Por lo pronto, lo que ya es cierto es que es bien fácil escribir y ser leído por los demás sin permiso de los editores, ni de los censores, ni de los que nos quieren o dejan de querernos, sin quedar bien (ni mal) con los que manejan las redecillas de poder. Ora que el chiste es que a los demás les interese lo que escribimos, que se sepa, que todo el mundo se entere y que tengamos el toque de la varita mágica, el ábrete sésamo del interés de los demás. Y como esa es la principal característica de este medio, ahí les voy.



5 comentarios:

Ziggy Moon dijo...

Pues qué placer y qué felicidad sentirte a través de la red. De nuevo podremos deleiternos con tus textos y hasta con tus aventuras y desventuras, que espero sean las menos.
Desde chilangolandia va un abrazo, muchos besos y hastos cliks para abrir eso blog con entusiasmo y contagiarlo a muchos.
Rocío Macías

Unknown dijo...

Querido Alejandro,

gracias por el ofrecimiento de tu rica prosa, tus vivencias en poemas transmutados, todo regado con esos toques –tan personales– de humor.


No obstante, yo te pediría –los amigos, como las monjas siempre piden más– que incorpores el regalo de alguna de esas recetas que con juiciosa enjundia, tradición amestizada con ingredientes de aquí y de allá, elaboras y construyes. Arte efímero en apariencia, pero que deja huella de sabor y memoria de amistades. Pero el reto es grande, lo reconozco, pues la receta debiera –de alguna manera– ser capaz de transmitir todas estas sensaciones y conversaciones y agasajos, en fin, esa estupenda manera de compartir el tiempo.


Suerte en esta nueva procelosa aventura y sed bienvenido a los ínclitos mares del espacio ubicuo, que viajeros somos y por estas aguas (que afirman que están compuestas de ceros y unos) navegando coincidiremos.


Este es un extraño lugar entre lo privado y lo público, un lugar para amigos aunque por esas cosas del tiempo y los lugares, a algunos no los conozcamos personalmente.


En Paris estuve viendo la exposición sobre los tesoros sumergidos de Egipto, y me trajo a la memoria un poema que perpetré hace años con nostalgia declarada y que, a modo de despedida añado:

Se hizo el bronce

Se hizo el bronce para ser carne inmortal
y fuego de pasiones anudadas al destino
contra las cenizas del tiempo.

Se creó para darle un cuerpo a los dioses,
para que se cumplieran sus designios
y tú, oh mortal, supieras de la eternidad.

Yacían los metales enterrados
hasta que un fuego prometeico los despertó
y alguien los transformó para ti.

Quien pudiera volver a tejer las estatuas divinas
y elevar nuevas columnas con el humo de la piedad
mientras las libaciones se derraman
y vuelve a la tierra el fruto de la tierra.

El mar devuelve a veces lo que ya no nos pertenece:
sucios trozos de bronce
Sumergidos en una noche.

Pepe Hernandez dijo...

Si vieras que los mismos ojos que leen tu prosa se deleitan con la costa este del Atlantico, casi en el mismo instante, solo levanto los ojos y veo: tu mensaje, y el atlantico, y tu mensaje, y el Atlantico, seras un Atlante - caminante del espacio?

Unknown dijo...

Te extraño y si me aventuro el plural guango no me viniera
Pues esta larga huelga de tus ondas nos llena de extrañezas
• Las felices - esta bitácora - (se dice blog) o
• Las infortunadas - tu ausencia -
Ojalá yo bien pudiera aspirar tu virtual tufo y en uno de esos tus descuidos robar tu jovial aroma se me hiciera
Así, si yo dios fuera y robar tus sueños me pluguiera, te escribiría para bendecir tu aroma y tu adlátere prosa bullanguera.

Unknown dijo...

El comentario del 22 de febrero de 2007 escrito a las ¿6:05? (hora de la madre partía... espero). Fue escrito en un arranque cultural del tal vago gominioz o Javier Gómez Báez. La teclee por puro gusto y además por que aún no me he podido recuperar de la pérdida de un zócalo áureo, pues de fiesta en el D. F. me pone de luto y me encoleriza contra el Doctor "Chemo" (se dice Semo) quien arrasó una de las mejores costumbres que Alejandro instituyó en la capiruchita.
Sé que conocer mi nombre completo, apodo, oficio y pasiones, no va a quitarle a las adivinanzas su regusto misterioso, pero si le preguntan a Ramón Lepez podrán satisfacer un poco sus afanes de saber sobre el sabor de los sin rostro, fue él quien me compartió el placer de la bitácora de poesía y prosa poetizada, así como por la poética de Alejandro.